Agbar se ha convertido desde esta semana en uno de los activos que Suez puede rotar para hacer caja. Así lo pide Amber Capital, un accionista que a pesar de ser minoritario goza de una ascendencia destacada sobre el consejo de administración del gestor de infraestructuras francés y que remitió este jueves una carta a todo el órgano directivo [LEA AQUÍ] para hacer público su parecer sobre el futuro del grupo. Con todo, la decisión final no se tomará hasta 2020.
Si se llega a la conclusión de que se debe “desbloquear valor” a partir de la compañía de aguas con sede en Barcelona, tal y como se indica en la misiva, la operación se prolongaría como mínimo al primer trimestre del año próximo. Antes, se deberán analizar las previsiones económicas que la firma de inversión que promueve en la medida ha puesto sobre la mesa.
De EEUU a España
Tal y como admiten los portavoces de Suez, la “revisión estratégica” del plan que se presentó en mayo “se lleva a cabo según lo previsto y se presentará en otoño”. El tándem que hacen Jean-Louis Chaussade y Bertrand Camus al frente de la multinacional, en los cargos de presidente y consejero delegado, había apostado por empezar a soltar lastre de activos situados en EEUU.
Así se apuntó en la última junta general de accionistas, que se celebró en mayo. Propició que se empezaran a analizar posibles desinversiones en ese país. Amber Capital reclama que se dé un golpe de timón a esta hoja de ruta para “revitalizar la a bella durmiente” del grupo, tal y como indica en una nota remitida a los medios en referencia a Agbar.
Consejo de noviembre
En la carta a la dirección se habla de forma clara de que “Suez necesita reiniciar su estrategia para regresar a una hoja de ruta de valor”, además de pedir que toda la maquinaria del grupo para enfocarse a este objetivo se ponga en marcha en el último trimestre del ejercicio en curso. Fuentes conocedoras de la operación señalan que será clave la reunión del consejo de administración prevista para noviembre.
El principal argumento de la firma de inversión es que la compañía que se configuraría tras la venta de Agbar entraría en un “ciclo virtuoso de oportunidades” que la llevaría a estar casi al mismo nivel que su principal competidor, Veolia. La prensa gala había llegado a conjeturar con una posible integración de ambas compañías para crear un gigante del sector, pero esta opción ha perdido fuelle en los últimos meses. Proseguirán como competidores.